Proyecto ganador de la Beca de Creación Teatral de gran formato
del Programa Nacional de Estímulos 2021 del Ministerio de Cultura de Colombia
Coordinación en dirección y dramaturgia: Jesús Eduardo Domínguez Vargas.
Elenco: actores y actrices de Pequeño Teatro de Medellín.
Con su proyecto Las formas de las Distancias Pequeño Teatro es el ganador de la Beca de Creación Teatral de gran formato del Programa Nacional de Estímulos 2021 del Ministerio de Cultura de Colombia.
Tiene como imagen generadora la pregunta: ¿cómo son las formas de la distancia creadas por el conflicto armado y las violencias urbanas en Colombia?
Reflexiona la distancia no sólo como un aspecto físico, sino, también, emocional, político, etc. Dentro del contexto colombiano tenemos múltiples formas de la distancia que se miden por los alejamientos del hogar o sitios de vivienda por diversos factores relacionados al conflicto armado: el exilio, el desplazamiento forzado y las migraciones (arraigo/desarraigo). A otros niveles diferentes del físico, como el emocional (filosofía y psicología de las emociones), el político, etc., por ejemplo, encontramos formas de las distancias impuestas por un pensamiento colonial y eurocentrista (racismo, elitismo), las luchas políticas (época de La Violencia: conservadores y liberales, por ejemplo), lucha de clases, dinámicas del conflicto armado (otredad: la táctica del otro como enemigo), las distancias impuestas por una visión de género (machismo, violencias contra personas de comunidades LGTBI, desigualdad de género, discriminación, etc.), entre otros.
Esta obra es un montaje que busca explorar el concepto de la distancia dentro de las formas que se presentan con el conflicto armado y las violencias urbanas de manera física, emocional, política, social. Es un laboratorio que comenzó en abril del 2020 explorando estas formas de la distancia dentro de un grupo de actores y actrices para crear un archivo de memorias personales y colectivas, de improvisaciones y reflexiones, que fueran el sustrato creativo para el coordinador dramaturgo/director (Jesús Eduardo Domínguez Vargas) para crear la dramaturgia de manera colaborativa con el grupo. Esto abre el espectro para construir una dramaturgia desde la oralidad, el archivo, la autobiografía, los objetos y lugares de la memoria, recopilación de árboles genealógicos y lugares de procedencia, entre otros, y abriendo la obra a múltiples posibilidades de creación horizontal y no vertical. También, la obra tendrá participación de manera directa de las víctimas del desplazamiento forzado, del exilio y del desplazamiento en la creación y aportes al montaje. Sea desde su representación por medio de audiovisuales, grabaciones sonoras, instalaciones, participación técnica, entre otros. Todo esto, por una forma ética de enunciación: se agenciarán dentro de la obra y no sólo será su patrimonio testimonial el sustrato de la creación. Esto, a una menor escala que la de los actores y actrices, que también tienen historias relacionadas con estos temas y han sido víctimas.
Su importancia dentro del contexto actual en Colombia:
La importancia de esta obra es vital para el momento que vivimos en el país. Dentro de la actualidad geopolítica mundial, Colombia ocupa los primeros puestos en desplazamiento forzado interno y desplazamiento hacia el exterior, estando a casi a la par, durante muchos años, con países que sufren guerras, como el caso de Siria. Con el agravante que Colombia es un país con un alto número de exiliados y desplazados sin una guerra, sino con un conflicto interno, sumando las violencias urbanas y las violencias estructurales (desigualdad, falta de salud y educación, etc.). Por ejemplo, la agencia de información DW reportó en una noticia publicada el 24 de abril de 2021 que Colombia sufrió un desplazamiento interno de más de 27.000 personas durante el primer trimestre, con un aproximado de 65 desplazamientos masivos en todo el territorio (cifras oficiales de la Defensoría del Pueblo). Según la ACNUR (2020), Colombia tuvo para 70,825 nuevos desplazamientos registrados en el Registro Único de Víctimas (RUV) en el 2020. Faltarían sumar las cifras de personas que no se registraron por diversos motivos.
Estos temas, después de la desmovilización de grupos paramilitares (Ley de Justicia y Paz) y del acuerdo de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC, se dinamizaron por la llegada de instituciones de la memoria como La Comisión de la Verdad y la Justicia Especial para la Paz. En el caso del exilio, otra de las formas de la distancia impuestas por el conflicto armado, se realizaron informes y libros como Una maleta colombiana (2021) de Carlos Martín Beristain o el informe El exilio colombiano. Huellas del conflicto armado más allá de las fronteras (2018) del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Para el 2020, La Comisión para la Verdad recogió 1.207 testimonios de exiliados, encontrando casos de 40 a 50 personas exiliadas por una sola familia.
En cuanto al tema de la migración e inmigración, Colombia sufre actualmente una “migración inversa” desde Venezuela. Es decir, diferentes personas que migraron durante los años noventa y el dos mil desde Colombia buscando refugio en otros países como Venezuela, volvieron después de la crisis de este país. También, personas con nacionalidad colombiana, migraron a Colombia aprovechando la doble nacionalidad heredada por sus padre o madre. Sumando, también, las inmigraciones de miles de venezolanos a todo lo largo del territorio que pasaron por trochas, fronteras, ríos, entre otros. Según la ONU, para el 2019 había en Colombia 1,142.319 personas, un 2,27 % de la población del país. El 91,81 % eran personas de Venezuela, el resto, de Estados Unidos y Ecuador. Para abril del 2020, según Migración Colombia, había 1,825.000 personas venezolanas que se radicaron en el país. Actualmente, las cifras cambian constantemente por los efectos de la pandemia y de climas políticos en la región.
La importancia del arte como una fuente de reflexionar sobre estos sucesos es inmensa. La posibilidad de volver estas cifras algo más que números: cuerpos, voces, narraciones, símbolos, construcciones dramáticas, entre otros. Es necesario para el país crear memorias culturales, culturas del recuerdo (Erll, 2016), tantas como sean posibles sobre la actualidad del país en temas del conflicto armado, la reconciliación y la paz desde diferentes miradas, sobre todo, desde nuevas exploraciones que aporten a nuevas subjetividades sobre las víctimas y los victimarios, de las causas y las consecuencias, y que se aporte a una reparación simbólica, una catarsis nacional desde el arte, para comprender el fenómeno en el cual estamos inmersos, porque, para tristeza de toda la población, seguimos con cinco conflictos armados activos según el Comité Internacional de la Cruz Roja y el fenómeno del narcotráfico.
Su relevancia en el momento actual de Pequeño Teatro:
En estos momentos, Pequeño Teatro atraviesa una crisis que todo el mundo teatral está sobrellevando: un momento de ruptura por la pandemia actual (cierres temporales, aforos limitados, disminución de recursos, falta de integración de los equipos a nivel físico, nuevas exploraciones desde lo virtual, aprendizajes nuevos, etc.). Como forma de resistencia a todo esto, el grupo decidió de manera virtual y física (con todas las medidas de bioseguridad necesarias) realizar actividades académicas, de estudio y aprendizaje mutuo y co-aprendizaje, de creación de espacios de reflexión sobre el teatro contemporáneo en el contexto local, regional y mundial. Se abrieron espacios como estudios y lecturas de dramaturgias contemporáneas para analizar los nuevos dispositivos en el teatro contemporáneo; un espacio de laboratorio para explorar esos nuevos dispositivos a través de improvisaciones y ejercicios a partir de escenas de las dramaturgias leídas (Sergio Blanco, Gabriel Calderón, Fabio Rubiano, Virginia Hernández, Mauricio Kartún, Antonio Zúñiga, Roland Schimmelpfennig, Tania Cárdenas Paulsen, José Assad, entre otros), apoyándose en varios textos teóricos de autores como José A. Sánchez, J. S. Sinisterra, Jean-Pierre Ryngaert, Julie Sermon, Cipriano Argüello Pitt, Mauricio Kartún, entre otros. Al pasar del tiempo, se abrió otra exploración desde el laboratorio, que es la actual propuesta de montaje: Las formas de la distancia. Un espacio para la práctica de estos dispositivos, formas de explorar el teatro en la contemporaneidad, desde la pregunta e imagen generadora expuesta al principio de este proyecto. Por ende, esta propuesta tiene antecedentes desde principios del año con el inicio de estos espacios de reflexión y de creación que el grupo se propuso para saber aprovechar los tiempos, espacios y distancias que el COVID19 creó, aprovechando diferentes formas de encuentro: grupos focales (pocas personas con todas medidas de bioseguridad), encuentros remotos (vía Zoom), conversaciones por chat, lecturas virtuales, etc.
Esta propuesta tiene un valor importante para el grupo, puesto que es una forma diferente de crear al método convencional (una dramaturgia concreta de tal dramaturgo o dramaturga con una estructura dramática totalmente cerrada, en muchos casos) desde nuevas formas de acercamiento al teatro. Pero, sobre todo, toma mayor importancia cuando en los primeros acercamientos reconocemos al otro desde sus memorias personales y colectivas, incluso, nos reconocemos a nosotros mismos. ¿Por qué sucedió y sucede esto? En el proceso, nos dimos cuenta que varias personas del grupo sufrieron desplazamiento forzados desde lo rural y desde lo urbano, o que teníamos historias de familiares cercanos en la actualidad o en nuestro árbol genealógico que sufrieron desplazamientos, incluso, exilios (caso de una de las actrices con casi toda su familia nuclear exiliada en Estados Unidos). También, de reconocer por primera vez que sufrimos un desplazamiento; es el caso de un actor que se dio cuenta que el desplazamiento urbano existía y fue consciente que su salida de un barrio a otro por motivo de la violencia urbana lo designaba como víctima de ese hecho victimizante. Como personas comenzamos a ver la otredad de nuestros compañeros y compañeras de una manera distinta, desde el reconocimiento del otro por su historia y desde una empatía y reconocimiento por lo sucedido.
También, sin dejar de reconocer el factor monetario, los actores y actrices del grupo han pasado por momentos de dificultades económicas para volver a crear, incluso, al Pequeño Teatro, para poder solventar un proceso de montaje con la dignidad que merecen sus artistas a nivel económico.
Por todo lo anterior, aclaramos que este montaje marcaría un nuevo proceso y etapa en Pequeño Teatro, que se viene dando de manera procesual y que no es fruto de uno ocurrencia, sino de un proceso, que garantiza la efectividad del proceso de montaje, su apropiación y su perdurabilidad en el tiempo.